domingo, 17 de agosto de 2008

LA DESESPERACION ALCANZA A LA PACIENCIA DE UNA OPORTUNIDAD LABORAL

Una vez oí a alguien decir que el dinero es la marca del diablo, un símbolo que significa el final de la raza humana, recuerdo que apenas tenía 12 años de edad, pero a pesar de mi corta edad me interesaba mucho esa clase de historias un tanto tenebrosas, pero solo era eso un pequeño adolecente que jugaba y que solo se preocupaba si mañana tendría permiso de mi madre para volver a jugar.

Siempre e sabido que el dinero es muy importante en el desarrollo de una familia, de eso depende la alimentación, vestido, vivienda y la educación, en conclusión el bienestar social. Pero sin duda alguna siempre a sido un tema no muy relevante hasta que se tiene una familia propia que te exige sin pedirte nada tan solo con la mirada.

Con una carrera de derecho ya culminada, y con un valor agregado muy importante “el deseo de superación” siempre estoy luchando por ser mejor que ayer, e tocado puertas y aunque no en todas e encontrado una sonrisa alegre, habiendo alguna que otra mirada de desprecio, quizás por mi inexperiencia laboral .o simplemente por no contar con los padrinos adecuados.
Tengo una familia, y cada mañana me levanto con una sonrisa, alegando un día más de oportunidades para luchar, de esas que se encuentran refundidos por debajo de aquellos pasillos laborales. El dinero no es tan importante, siempre lo escuche y lo sigo escuchando, pero nunca dicen el dinero no es importante, esa diferencia catastrófica entre el tan y no es, es simplemente enorme. Yo soy un joven mas, con una carrera terminada, que busca una oportunidad, y las busco, me las ofrezco y me las sirvo, pero son pequeños piques como lluvias en un año de sequía. Entre esos piques tuve la idea y el dinero para formar una empresa, y así lo hice, y allí esta mi empresa, impregnada en un papel notarial, servida en un registro publico, durmiendo, esperando su oportunidad de surgir al igual que yo.

La paciencia es una de mis mejores virtudes, pero a veces suele perderse en mis pies cansados y mis ideas fulminadas por la ignorancia de la realidad de otros, y suelo saciar mis desconsuelos en la fortuna inequívoca de ruines hombres con mejores oportunidades que yo, y miro a esos hombres vestidos de marrón, desconfiando de todo mundo, apuntándoles con sus armas, trasladando grandes cantidades de dinero a las arcas de algún otro banco. No voy a negar que mi desesperación económica suele soltar una mente maquiavélica, asesina y calculadora. Coordino con la mirada puntos de quiebre y formas de huir, con la seguridad de perpetuar un crimen perfecto, y allí están lo cadáveres sobre un charco de sangre, inmóviles y mi rostro más desesperado que antes, y no sé porque, si teniendo ya todo el dinero no me alcanza la calma.
Un día de estos cuando mi desesperación me niegue la paciencia, y mi vida y libertad ya no sea suficiente para sonreír, y arrastre los pasos tras una última puerta que se me cierre, ya no sé lo que hare. El escribir por ahora es una salida muy sensata, me llena de calma aliviándome el peso de mi sufrir, me nutro de esperanza, pero mañana después de mañana por Dios que ya no sé.

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