sábado, 7 de marzo de 2009

Pobresa e indiferencia en el Perù

Cuando un niño te extiende la mano para pedirte una moneda para su pan, que fácil es ignorarlo y ante tal insistencia con un grito silenciarlo diciéndole “que no moleste, que se vaya de aquí”; pero que difícil es decirle no con voz amable si no lo tienes y sentarte a conversar con él tratando de ser su amigo aunque sea por un momento, haciéndole pensar que no esta solo y que de alguna forma puede contar contigo.

La historia que voy a relatar no es ciencia ficción, es la realidad misma que se vive día a día en nuestros alrededores; niños pidiendo caridad a gente que se siente extraña y ajena a este problema, con su compasión estúpida e inservible al tener los medios para poder ayudar y no lo hacen.

Vivimos en una sociedad donde todavía coexisten pensamientos fascistas, anticuados, que quieren esclavizar al mundo con su filosofía “sobrevive el mas fuerte” aplicándolas con los mas vulnerables, los niños. Esta gente que actúa sin escrúpulos, con gran frialdad, que creo que hasta Dios los desconoce como hijos.

Mi historia comienza con la fantasía de un niño que pedía como regalo de navidad ser convertido en un perrito, algo gracioso y muchos se preguntaran y porque, bueno eso lo veremos en los siguientes capítulos que relatare. Tenía un padre borracho que lo obligaba a trabajar para mantener sus vicios robándole el derecho a ser niño y un madre sometida a este por el temor a ser asesinada. Eran tres hermanos, Julito, Roberto y Jesús el mayor de los tres hermanos y el protagonista de mi historia .

Era la época Navideña, para ser mas especifico el mismo día festivo de aquella majestuosa noche para muchos, luces en cada ventana de los alrededores de la gran ciudad, vendedores que impedían el paso de los transeúntes que desesperados por comprar tropezaban unos a otros no teniendo ni tiempo para disculparse, la meta era comprar y estar con sus familias compartiendo ese amor ausente en casi todo el año como si ese día fuera el único para hacerlo y por supuesto hacer unas cuantas promesas que se repiten año a año y que muy poco se cumplirán como en mi caso.

Mi reloj marca las 8.45, hace unos minutos solo eran las 8.39, tan pendiente de la hora como todo mundo, tampoco quería llegar tarde a casa, pues mi madre daría un grito al cielo diciéndome que soy un ingrato por no llegar a casa a tiempo, pero no sin antes haber comprado con anticipo lo mejor de la noche, la gracia del oscuro cielo, mi señal desde hace años avisando a Jesús que era Navidad, ¡los fuegos artificiales¡.

Era extraño dar vueltas por todo el centro de la cuidad y no atrapar ni una carrera , cuando veía que no había casi un vehículo que no llevara una carrera, así la pase los siguientes quince minutos, cuando me encontraba en casi en centro del ovalo Grau y un hombrecito, quemas parecía duende, era bien orejón, de contextura mediana y de ojos muy grandes me levanto la mano, era la señal que tanto buscaba, mi primera carrera de noche buena, pues desde que salí de casa no había hecho ninguna y ya se me agotaba la gasolina, muy contento mire por el espejo retrovisor para convencerme que nadie me la ganaría, me apresure, me cuadre lo mas cerca de aquel hombrecito, y entre mas cerca estuve mas extraño me pareció, pero en fin eso no importaba, -¡taxi señor ! le dije muy emocionado y me dijo -¡llévame a la salida para Chiclayo ! me sonreí y de pronto le dije -¡Señor, no creo que salga algún vehículo a esta hora !, creo que se molesto y rápidamente volvió a preguntar con voz mas aguda -¡Me llevas si o no ! ni tonto para decirle que no, pues tengo la creencia que si uno desprecia la primera carrera de la noche, el resto de la jornada te ira mal, ¡le dije que si!, al instante cambio de voz diciéndome, -¡ pero me haces un favor , te dejo estas dos cajas un momento, me esperas solo unos minutos, voy y vengo! Claro señor, le conteste; subí las cajas al asiento de atrás, que por cierto estaban muy pesadas, las subí, para ponerme a vigilar al señor policía de transito, encargado de controlar la normal circulación de los vehículos, en ese momento no estaba, pero se oía silbatos, y si me encontraba estacionado en zona prohibida me colocaba una tremenda papeleta que no me gustaría, paso un cuarto de hora y aquel señor no venía, y para colmo de males el policía se acercaba, rápidamente, me subí a mi vehículo y lo puse en marcha para estar dándome vueltas alrededor del ovalo Grau; se preguntaran porque es que no me iba a casa y ver que es lo que había en dichas cajas, aunque la curiosidad me mataba; la respuesta es simple, era Navidad y siempre mi madre me enseño a ser honesto y, al irme puede que aquel hombre aya apuntado el numero de placa del carro y me acusara de ladrón; y aquel temor era lo que me detenía a marcharme.

Ya eran las 10.45 de la noche y yo seguía como un perro persiguiendo su cola alrededor del ovalo, el policía de pronto se marcho dándome oportunidad para estacionarme donde el señor me tomo la carrera, así lo hice; la gente seguía corriendo, y los vendedores ensordecían levantando la voz para ser idos, parece que se trataba de un concurso de quien gritaba mas fuerte, el premio, -mas ganancias- por poco y perdía la cordura levantando la voz pidiendo que se callaran, pero no creo que me hayan escuchado; la gente se acercaba preguntándome -¡ Joven taxi! Y yo muy triste respondía -¡No, esta ocupado ! la gente mas se desesperaba por conseguir un taxi que los lleve a casa. Y yo seguía en la espera de aquel dichoso señor, miraba a todas partes y en particular en la dirección que lo vi marchar, pero el señor no daba signos de vida; de tanto esperar me llamo la curiosidad por ver que es lo que había en dichosas cajas, y ya siendo las 10.59 de la noche, me emprendí a esa pequeña pesquisa, abrí la primera caja y lo que descubrí, un paneton en lata, un señor pavo pechugón, chocolates, entre otras cosas, pero no me llamo la atención, hasta que abrí la segunda caja, -¡Guao ! grande mi sorpresa, un completo tesoro, los ojos de envidia se me encendieron.................... de envidia, pues porque no eran míos, esos juegos artificiales, cuetones, silbadores, tronadores, candelillas, mísiles, -¡Guao ! un hermoso tesoro, ahora con mas razón quería irme, pero me detenía el miedo a ser acusado de ladrón, indignado de rabia rogaba que no llegara aquel hombre para tomar posesión de ese tesoro que cualquier niño desearía, claro que yo ya no era un niño, pero en ese momento salió dentro de mí, ese niño que siempre creyó que la navidad era eso, imaginándome reventado toda esa hermosa artillería de fuegos artificiales y ser la envidia de todos mis compañeros. Para cuando termine de ese corto sueño me di cuenta que un niño me observaba, estaba mal vestido con un polo a rayas negras y rojas y de fondo azul un poco roto y despercudido, lo recuerdo bien porque yo también tenia un polo tan igual a ese, y lo odiaba, pero a mi madre le gustaba vestirme con ese anticuado polo, tenia sandalias y un pantalón corto; entre sus manos una bolsa de caramelos; se me acerco preguntando -¡señor, me compra caramelos! Y era difícil de que me crea, era navidad y no tenía ni un solo céntimo en mi bolsillo, le respondí que ¡no!, que no tenía, pero ni yo mismo me lo creía, era cierto, pues aquella primera carrera de la noche fue mi tumba para no poder moverme y hacer algunas soles para terminar de celebrar Navidad o colaborar con aquel niño que se ganaba la vida decentemente; bajo la mirada muy triste, se sentó en la banca que estaba frente a mi, me senté junto a él, en la misma banca, mientras que la gente seguía tan rápido como se pudiera, se me dio por comentarle -¡Y llego la Navidad! como si el niño no lo supiera, fue algo tonto, lo sé, pero quería de alguna forma entablar una conversación mientras que esperaba a tan mencionado señor, no me respondió, seguía con la mirada fija hacia el suelo, sosteniendo con fuerza su bolsa de caramelos, insistí -¡y en donde vives!, -¡lejos, muy lejos!, no era una respuesta, pero en fin ya era un comienzo, al ratito pregunte algo que no sé si debí preguntar, pues al hacerlo de la nada sus ojos comenzaron a derramar lagrimas, que cuando vi, quise desaparecer, pero me quede; mire mi reloj, ya eran las 11.25 de la noche y en silencio me dije, este pendejo ya no vino; no importa, pero creo que pensé en voz muy alta y el niño de forma inmediata se hecho a reír, estas loco -le dije-, primero te pones a llorar como una niña y al ratito te pones a reír, -¿porque te ríes?-, respondiendo -¡mi hermanito me dice pendejo y cada vez que me lo dice yo me río! ¿Y porqué llorabas? -¡me da pena! Que te da pena -¡lo que preguntaste, mi papá llegara borracho para pegarle a la gorda! ¿Y quién es la gorda? -¡mi mamá! ¿Y porque le pega ¿-¡no sé!..........nuevamente se hecho a llorar y me daba rabia, pues no podía hacer nada para poder callar ese llanto silencioso que solo lo reflejaba en sus ojos empañados de lagrimas, lo abrasé como se abrasa a un amigo, y no dije nada, hasta después de un rato para cuando se seco sus ojos con uno se sus brazos y pregunto algo que me causo una sonrisa silenciosa -¿no me compras caramelos?!, no, -le dije-, no tengo nada y para probarlo me levante sacudiendo mis bolsillos, le hice ver que no tenía nada, pero pensé en en el contenido de una de las cajas, no.....no eran las de los cuetones, era el paneton, pavo, toda la caja, decidí obsequiársela aunque no era mía, preguntando si le gustaba el pavo, -¡no..............no sé si me gusta, nunca lo he probado!, nunca los has probado, pues hoy los vas a probar, allí en una de las cajas hay un pavo, un paneton, chocolates y no sé que mas, pero te voy a regalar la caja, con todo su contenido, de pronto pregunto -¡¿la caja es tuya?!............tarde un momento para responderle, volviéndome el temor a que el señor volviera y reclame lo que es suyo, pero vi mi reloj y ya marcaban las 11.40, tan solo a 20 minutos de la majestuosa noche Navideña creyendo firmemente que no vendría, si, le dije, acercándonos al taxi, abrí la caja y por error abrí la caja equivocada, y vio el tesoro, entonces vi en sus ojos el brillo que tenia en los míos hace unos momentos cuando los vi, en seguida dije, que eso no era mío, la otra caja si, le di la caja que era de suponer no podría cargar, estaba muy pesada y aun mas para él, la lleve al asiento diciéndole que se la llevara a casa, pero el niño exclamo -¡estas loco, ¿cómo me la llevo?! No perdiendo la mirada a la caja de cuetecillos; Pensé llevarlo a su casa pero ya solo eran 15 minutos para las doce, y quería estar allí a las doce . Ni mas ni menos, así lo decidí, le di un vistazo al marcador de la gasolina, era suficiente como para recorrer una media hora mas, donde vives pregunte mientras encendía el carro, -¡ En la legua!, queeeeee..........en la legua, tan lejos, pero en fin no quedaba otra, puse en marcha y ha emprender la carrera, se sentó atrás, como cuidando su caja que le había dado, pero no era su caja lo que cuidaba, era mi caja de la cual no pensaba darle nada, hasta donde llegaba mi afición a los juegos artificiales que me comportaba como un niño peleando por su juguete, y para disimular el esperado pedido que me hizo, de regalarle unos cuantos cuetecillos y candelillas para sus hermanitos, pregunte ¿y cuantos hermanos tienes? -¡dos, Roberto y Julito, yo soy el mayor ! ¿y tú cuantos años tienes? -¡nueve! Ahhh........ ¿y con quién mas vives? -¡con la gorda que es mi mama, papa y también vivía con mi abuelita que ya murió! ¿y de m que murió tu abuelita? De susto murió, ¿y como así? Le dijeron que mi papa había muerto electrutrado, -electrocutado dirás- si, eso es, y ella se asusto y murió, ¿y no murió? No murió, la borrachera fue lo que lo mantuvo vivo pero mi abuelita si, estaba vieja, y era mala, por culpa de ella mi papa le pegaba a mi mamá; Así íbamos charlando como para que se olvidara de mi tesoro, cuando de forma extraña se apago el motor del carro, me quede sorprendido -¡el marcador de la gasolina aun marcaba a mi favor¡, revise todo pero no encontraba la falla, dieron las doce de la noche, el cielo encendido, niños corriendo con sus candelillas a los alrededores de donde estábamos, se veían como luciérnagas que disfrutaban de la noche, y yo a un lado de la carretera mirando el cielo, tratando de encontrar respuesta a mi pregunta ¿qué es lo que hice para merecer esto?, pensé que era la respuesta que esperaba, cuando el niño me quedo mirando desde el asiento del carro diciéndome -¡aquí no es mi casa!, lo guisé odiar, pero no tenía la culpa de mi mala suerte, y le pregunte por su casa ¿y falta mucho para llegar a tu casa, -¡bastante!, me contesto; Me senté encime del carro y recordé que tenia unos fósforos guardados en la gacetera del carro para encender los cuetecillos, así lo hice, saque una sarta de cuetecillos ayudado por el niño que hasta ese momento ignoraba su nombre, pues no se me había ocurrido preguntarle, me convertí en un niño, encendía una y otra vez, como gozaba cuando el cielo se encendía con luces multicolores abriéndose como un puño de arena, como si unas manos desde arriba las dejara caer, otros niños aledaños al lugar se incluyeron a la fiesta, para cuando terminamos de reventar la mayoría de fuegos, vi el reloj y ya marcaban las 12.25,los niños que no fueron invitados a nuestra fiesta de navidad ya se habían marchado a sus casas, nos sentamos en la parte delantera, encima de la capo, y le pregunte su nombre -¡me llamo Jesús! Jesús como el hijo de Dios, ......Feliz Navidad Jesús, abrazándolo entre la desabitada carretera, nos recostamos mirando el cielo, casi nublado con una estrella a media luz, el cielo se estaba nublando, y se me ocurrió pedir un deseo, así lo hice, después lo convencí que pidiera un deseo , me respondió que ya lo había hecho y que se le había cumplido y sorprendido pregunte ¿Y cuál fue tu deseo? -¡Que me regalaras cuetecillos!, le dije, ¡eso no es un deseo!, pídele a esa estrella roja brillante de corazón un deseo que si lo haces Dios te escuchara y de seguro te lo cumplirá -¡si, de verdad! , cerro los ojos mientras pedía su deseo, trate de traducir lo que decía con el mover de su boca, no entendí, mientras pedía su deseo un niño de doce años se acerco con dos tazas de chocolate y un buen pedazo de paneton, me quede sin palabras, tan solo para decir Gracias, nos la tomamos y comimos riéndonos, de que, no lo sé con exactitud, solo nos reíamos y eso era todo. Ahora el problema era como marcharme de ese lugar y como llevar a Jesús a su casa con la caja tan pesada, se me ocurrió volver a intentar encender el carro y este sin problema alguno a la primera encendió y seguí riendo, eso si que era extraño, que el carro encendiera sin hacer nada, Jesús riéndose dijo ¡de repente estaba cansado¡ le di las gracias nuevamente al niño que nos trajo chocolate y nos marchamos con rumbo a casa de Jesús, pero pensando es la maravillosa noche que había pasado, llegamos, su casa era de material artesano, con puerta de triplay y un jardín reseco, el interior de su casa estaba totalmente oscuro, no había ni una luciérnaga para alumbrar un pedacito de techo , baje la caja, Jesús toco la puerta y al momento un niñito le abrió la puerta, era su hermanito -¡?Julito, mi mama?!, durmiendo le respondió ¿y mi papa ? no ha venido -¡mejor, despierta a mi mama para comer!, el niño corrió y yo mirando mi reloj casi sorprendido por lo tarde que era, exclame ¡es tarde y me voy! Lo deje y ahora a casa..............

En el transcurso del camino seguía preguntándome ¿ que es lo que había pasado con el carro, porque de pronto se apago para después encender? Era extraño pero en fin ya estaba de regreso a casa. Entonces pensé en mi Madre, la regañada que me iba a dar, llegue con el carro apagándolo a una distancia prudente, solo con la velocidad puesta en marcha. para que no sientan que he llegado, pero mi madre estaba afuera esperándome junto con mi perro, y a pesar que esperaba una buena regañada, solo recibí un abrazo y un beso seguido de un ¡Feliz Navidad hijo¡, era la primera vez que mi madre no me regañaba y es mas sin que me pida una excusa, pero en fin si que era la noche mas rara que había tenido hasta entonces, pase a la sala donde estaba casi toda mi familia, llego el primer brindis, pues no habían brindado todavía sin mi, llegaron los buenos deseos, y las gracias a Dios y todo lo bueno para todos..............Así podría decir, casi seguro que había acabado tan agitada noche, para cuando mi madre me llama para decirme que la llevara a casa de una amiga, y yo sin peros en la lengua, le dije, vamos, no puse excusas pues estaba en falta y a pesar de que no me había dicho nada sobre la tardanza sabía que en cualquier momento explotaría y era mejor mantenerla tranquila. Llegamos a casa de tan dichosa amiga y tuve que esperar afuera, pues la señora no me caía para nada bien, no sé porque , pero como se dice no había química entre los dos, creo que no me gustaba la forma que sonreía o su forma tan extraña de vestirse, era gorda y usaba unas minis, que a los viejos les encantaba, lo sé porque cada vez que salía a la calle los viejos casineros, dejaban el juego solo por echarle una mirada y un piropo, pero en fin el caso era que a mi no me gustaba y no tenía que gustarme. Afuera estaba con la mirada penetrada en el cielo, buscando una estrella tan brillante como el sol, pero para mi mala suerte el cielo ya se había nublado por completo y ya no era posible divisar una; pero seguía intentando en cada espacio que el viento me concedía, pero ese espacio rápidamente desaparecía, hasta que sentí en mi frente una gota de agua, si, iba a empezar a llover y mi madre que no salía, quise entrar al carro porque ahora si que había empezado a llover fuerte, pero para mi desgracia no pude entrar, pues había perdido las llaves y aunque busque entre mis bolsillos, no las encontré, el carro estaba cerrado y yo estaba que me mojaba; mi madre se asomo a la puerta para decirme que entrara a la casa pero yo, siempre yo, terco como la mula me rehúse, pero entonces mi madre puso esa mirada amenazadora de la que ya conocía desde que la vi por primera vez en mi vida, sin decir nada quiera o no quiera tuve que entrar y allí estaba la señora aquella, no con una minifalda, era algo peor, estaba casi desnuda con una bata de dormir transparente y un calzón grande de esos que usan las flacas, casi dentales que cuando uno los ve se queda anonadado ante tan majestuosa escultura blanca llena de vida, con ojos de corazón en el rostro, pero ver a aquella señora, si que me hizo entender lo que de niño me costo tanto trabajo aprender, cual era el antónimo de flaca, y la respuesta, la amiga de mi madre, se dirigióa alguien y creo que a mi con esa sonrisa tan acogedora diciéndome ¿Guapo, deseas chocolate caliente? Mire atrás del sitio de donde estaba, con la esperanza que se dirigiera a otra persona, pero era a mí a quien se dirigía, pues en casa no había nadie mas que la señora, mi madre y yo, al menos hasta ese momento eso pensaba, le dije que no, que estaba lleno, claro de la manera mas cortes que pude, pues la señora no sabía que en nada me caía en gracia; entonces me comento que en anteriores ocasiones me había llamado para preguntarme por mi madre, pero que yo nunca había volteado la cara ni para hacerle un gesto tratando de responderle que estaba bien, para cuando mi madre para salir del problema le dijo que yo era un poco tímido con las personas, entonces fue cuando por poco me caigo de risa, ¡yo, tímido, mi madre si que no sabe mentir, y no creo que la señora se trague eso, si ni la cara la tenía de tímido, al contrario, siempre me decían que tenia cara de pendejo resentido. Bueno la lluvia estaba pasando y ya estaba pidiendo permiso para reiterarme pero mi madre ni siquiera me dejo terminar para decirme que me sentara ¡diablos, muy callado dije, detesto que me den ordenes, pero era mi Madre y mostrarle rebeldía era como si firmara mi sentencia para electrocutarme sin poder responderle a la corriente; me senté y la señora junto con mi Madre seguían hablando del tema que mas dominan, comida y vestidos; Mujeres me dije; estaba aburrido, ya casi tres de la mañana y Morfeo me acogía en sus brazos para cuando escuché o juraría haber escuchado de una voz agitada por la desesperación que en un barrio muy cerca de la legua había un incendio, pensando al instante en Jesús. Le dije a mi Madre lo que había escuchado de afuera, salimos y la calle estaba vacía, no había absolutamente nadie, pero estaba completamente seguro de lo que había escuchado y eso nadie me lo sacaba de la cabeza, lleve a mi madre a casa con tanta velocidad que me dio un grito tan fuerte que lo vi, mas no lo escuche, solo pensaba en aquel incendio, llegue a casa, deje a mi madre y emprendí la carrera directo a casa de Jesús, en el transcurso del camino llame a los Bomberos suponiendo que la gente con la desesperación del incendio no los había llamado. otra vez emprendí la carrera llegando a casa de Jesús, felizmente el incendio no había comenzado, digo comenzado porque en el transcurso de minutos un luz grande a unas cuantas casas vecinas de casa de Jesús estaba empezando un incendio que la gente no podía apagar con simple arena ante la escasa agua en esa zona, pero como dije el incendio recién empezaba y los bomberos llegando, controlaron el incendio, no hundo daños porque la casa no la habitaba nadie. Que noche para mas extraña me dije, que mas vendrá, pues todavía son las tres y media de la mañana Se me ocurrió despertar a Jesús, aunque no era propicio a esa hora, pero algo me decía que tocara su puerta, así lo hice, toque una, dos, tres y muchas veces mas y nadie me respondía, una locura me llevo a tirar la puerta, encontrando a la madre de Jesús sentada en la mesa junto a un vaso lleno con una sustancia que entre la oscuridad de la noche se veía gris, me acerque mas, fue entonces que vi su rostro moreteado, con los labios hinchados y sus cabellos alborotados, no pregunto quien era y yo menos, lo lógico era preguntarle que era lo que había pasado, pero solo indague por Jesús y sin responder se hecho en llanto sosteniendo el vaso con fuerza como si no quisiera bebérselo, corrí hacia el cuarto mas cercano y allí estaba dormido, había sido un duro día, estaba cansado, merecía dormir, me senté en un trozo de madera, pensando en el rostro maltratado de la señora y en el vaso que tanto miraba..............¡Maldición, es veneno, se va a matar..........¡. corrí hacia ella, le arrebate el vaso de sus manos que se encontraba muy cerca de su boca, era ácido muriático, lo arroje a la calle, volví a la mesa y la desdichada señora solo se contenía ha mirarme, no sentía pena por ella, me jodía que esta vida llevara Jesús, preguntándome cual era su delito para estar sentenciado a vivir entre la mierdad; me sentí culpable y en realidad ¡no sé de que!, se me hizo un agujero en el pecho tanto que la lengua se me trabo Y no podía hablar, para cuando quise preguntarle que es lo que trataba de hacer, ella se precipito respondiendo a la pregunta que nunca le hice ¿Mi marido me golpeo¡

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